PASTORAL JUVENIL

¿QUE ES LA PASTORAL JUVENIL?
(BREVE RECORRIDO DE LA PJ)

I.- La Pastoral de la Iglesia

Quizás más de alguna vez has escuchado la palabra “Pastoral”, por ejemplo, cuando te invitan a las juntas del Consejo de Pastoral de la parroquia, o te hablan de la Pastoral catequética, litúrgica, social, juvenil, etc. Pero, ¿cómo podemos entender lo que significa? Lo primero que tenemos que decir es que el término Pastoral, proviene de la palabra Pastor y en la Biblia encontramos que Jesús nos dijo: “Yo soy el Buen Pastor”, por eso para entender lo que significa en la Iglesia la palabra Pastoral tenemos que hacer referencia a las acciones de Jesús.



Jesús dijo: “Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10,11). El pastor es el que cuida, guía, alimenta y conoce a sus ovejas. Jesús es el Buen Pastor porque fue enviado por el Padre para salvar lo que estaba perdido y a reunir lo que estaba disperso (Jn 3,17). Jesús, en el Nuevo Testamento, asume el ministerio de Pastor tal como está descrito en la Escritura: Conoce a cada una de sus ovejas, las llama por su nombre, las conduce a buenos pastos, las defiende y da la vida por ellas.
Pastor por excelencia, miró a la gente, se compadeció de ella y enseñó a los discípulos a hacer lo mismo. Los asoció a su tarea de pastor, formándolos para guiar y acompañar el proceso de nacimiento y expansión de su Iglesia (Mt 28,17-20); para el cuidado de todos los hombres y de todos los pueblos.





Ahora bien, la siguiente pregunta que podríamos hacernos es: ¿cómo hizo Jesús su tarea de pastor? La práctica de Jesús, a partir de su primera manifestación en Galilea hasta su crucifixión en Jerusalén, comporta tres acciones fundamentales:



Jesús profeta (enseña)
Jesús sacerdote (santifica)
Jesús Rey (sirve)

Estas tres acciones fundamentales son la misión de Jesucristo, si la Iglesia es continuadora de esta misión tiene que imitarlo en su acción de Pastor, por lo tanto tiene que seguir haciendo esta tarea que Jesús le ha encomendado. Por ello llamamos Pastoral a la “acción de la Iglesia para continuar la misión de Cristo de llevar la Buena Nueva a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y en todos los lugares”. Con esta acción Pastoral, la Iglesia prolonga el cuidado que tuvo Jesús con la gente de su tiempo, actualiza hoy su misión y colabora en anunciar y construir el Reino. Para cumplir con estas tres acciones fundamentales de Jesús, la Iglesia establece tres Pastorales Fundamentales:



Pastoral Catequética: Enseñar (Conocer la fe). Es la acción de la Iglesia que tiene como fin proclamar la fe en Cristo Jesús como único Salvador, y consiste en la educación ordenada, sistemática y progresiva de la fe.
Pastoral Litúrgica: Celebrar (Celebrar la fe): Es la acción de la Iglesia que tiene como fin animar y promover la vida litúrgica que es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, y por medio de la cual se realiza la santificación del hombre y se ejerce el culto público íntegro a Dios.



Pastoral Social: Servir (Vivir la fe): Es la acción de la Iglesia que tiene como fin vivir la fe a través de las obras. Busca llevar a acciones concretas de caridad, asistencia, promoción humana y organización o transformación social que son señales inequívocas de conversión cristiana en todas las estructuras en las que el hombre y la mujer se desarrolla, la fe que se reflexiona, para que una vez vivenciada se celebre en la liturgia.



Las tres acciones fundamentales de la Iglesia las tenemos que llevar a todas las personas de acuerdo a las situaciones en las que se encuentran. Por ello, en la Iglesia tenemos las Pastorales Específicas que se dan de acuerdo a los destinatarios y a las situaciones que viven los diferentes miembros de la Iglesia. La actividad pastoral de la Iglesia es ejercida en varias direcciones: Pastoral Juvenil, Pastoral Familiar, Pastoral Misionera, Pastoral Penitenciaria, Pastoral de la Salud, Pastoral de los Medios de Comunicación, Pastoral Vocacional, Pastoral de la Movilidad Humana, Pastoral Bíblica, Pastoral Universitaria, Pastoral de la Cultura, etc. Es una única actividad pastoral pero diversificada o ramificada en varios sectores.
Las Pastorales Específicas reciben su nombre de acuerdo al sujeto que recibe la acción o a la situación particular que atiende y es donde se concretiza la acción de las pastorales fundamentales, es decir, en todas las situaciones específicas se necesita conocer (Pastoral catequética), celebrar (Pastoral litúrgica) y vivir (Pastoral social) la fe.
II.- ¿Qué es la juventud?



El documento “Civilización del Amor, Tarea y Esperanza” nos dice que hoy día, ya no es posible hablar muy simplemente de la “juventud”, porque es casi imposible abarcar el amplísimo marco de realidad y las variadísimas situaciones en que viven los jóvenes, según sean sus raíces y orígenes étnicos; sus influencias culturales así como las condiciones políticas, sociales y económicas en las que les toca vivir.



Los distintos estudios realizados sobre la realidad juvenil, muestran claramente la gran diversidad de opiniones que existen entre los investigadores. Hay mucha imprecisión sobre el contenido mismo del término y sobre lo que se quiere decir cuando se habla de jóvenes y de juventud.



Por ello para describir qué es la juventud es necesario considerar las variables que intervienen y determinan su universo cultural. Es necesario verlo desde cualquiera de las siguientes tres perspectivas: La mirada biológica-cronológica, la mirada psicológica y la mirada sociológica.

La mirada biológico-cronológica: Desde esta perspectiva la juventud se define en términos de edad de la persona en crecimiento, un periodo comprendido entre los quince a los veinticinco años, en la que está viviendo una realidad vital, lejana ya de la infancia pero no identificada todavía con el mundo adulto. Es una etapa de transición muy marcada por grandes cambios fisiológicos, fruto de una maduración hormonal. Los resultados de estas transformaciones son la conciencia y vivencia del propio cuerpo y su valoración como símbolo del yo y de la personalidad.



Pero, clasificar la juventud de acuerdo a lo biológico, nos lleva a correr el riesgo de perder de vista las diferencias y querer presentar la juventud como una realidad igual para todos, en la que no se tomen en cuenta lo rural y lo urbano, las diferencia sociales y culturales, el estudiante y el desertor escolar, el hombre y la mujer, el trabajador y el desempleado, el padre o la madre jóvenes, los hijos de madres solteras y los hijos de familias constituidas y muchos más. La edad biológica nos da un primer acercamiento para definir la juventud pero no puede ser completa.

La mirada psicológica: Desde esta perspectiva la juventud se identifica con el periodo conflictivo de la vida de las personas en el que se ven a sí mismos con una existencia entre las manos, distintos de la infancia y de la edad adulta y con una vida afectiva, moral, cultural y espiritual propias que deben ser afianzadas y construidas más plenamente. Es como un segundo nacimiento y como tal, es final y es comienzo: final de una forma de vida en el ambiente protegido de la familia e inicio de algo nuevo, desconocido, de un mundo que muchas veces se presenta hostil y peligroso pero que al mismo tiempo es atractivo y estimulante. Es una etapa de búsqueda y crecimiento, de construcción de la identidad y de un nuevo lugar en el mundo. Es un proceso múltiple y contradictorio, fruto del tejido de relaciones que van teniendo con diversas instancias como la familia, la Iglesia, la escuela, el grupo de iguales, el vecindario, los medios de comunicación. A partir del juego de estas interrelaciones el joven va definiendo los roles, las exigencias de comportamiento, los límites y las posibilidades de actuar.



Es un tiempo de opciones y de definición de la vocación. Es un camino abierto, un tiempo para configurarse como persona, con derechos y deberes dentro del mundo adulto. Juan Pablo II decía: “El problema esencial de la juventud es profundamente personal. La juventud es el periodo de la personalización de la vida humana. Es también el período de la comunión. Los jóvenes, sean chicos o chicas, saben que tienen que vivir para los demás y con los demás, saben que su vida tiene sentido en la medida en que se hace don gratuito para el prójimo” .
La mirada sociológica: Desde el punto de vista sociológico, la juventud es un grupo social con una posición determinada dentro del conjunto de la sociedad, caracterizado por un modo peculiar de ver y entender la vida y el mundo, propio de quien ha dejado atrás la dependencia total del niño pero no ha llegado todavía a la responsabilidad, propia del adulto. Es una etapa sustantiva de la vida, con identidad y valores propios, aunque mediatizada e influenciada por la posición que ocupan en cada sociedad que impone sus condiciones.



En el conjunto de la juventud considerada como cuerpo social, surgen sectores determinados por las condiciones socio-económicas o culturales y relacionadas con los ambientes en los que viven los jóvenes. Es importante considerarlos detenidamente, porque el ambiente específico en que se desenvuelve su vida, sus necesidades, problemáticas e intereses influyen decisivamente en la definición de la Acción Pastoral y de las propuestas de formación y espiritualidad que se quieren desarrollar.
Algunos de estos sectores:



Los jóvenes campesinos. Son los jóvenes que viven en el campo realizando tareas agrícolas o en poblados donde estudian y/o trabajan, pero cuya relación fundamental se da con la tierra, lo que genera características culturales particulares y una especial forma de vivir y entender la religión.
Los jóvenes estudiantes de secundaria o enseñanza media. Su caracterización proviene más bien de su ubicación en el ambiente escolar, que continúa siendo, pese a todo, uno de los ambientes donde se congregan, normalmente, mayor cantidad de jóvenes.



Los jóvenes obreros/trabajadores. Son los jóvenes de las familias obrero-populares, trabajadores, empleados, subempleados, desempleados y artesanos. Su número aumenta cada vez más especialmente en las grandes urbes.

Los jóvenes universitarios. Desde su ámbito vital y relacional pueden desarrollar acciones propias de su condición juvenil como asambleas, participación gremial, participación en consejos académicos de las facultades y muchas otras formas que el medio les proporciona.



Los jóvenes indígenas. Son aquellos que por su cultura y raíces autóctonas constituyen un reto para la evangelización.



Los jóvenes en situaciones críticas. Se trata del sector de jóvenes que se encuentran en situaciones sociales conflictivas o de desventaja social que les impiden su pleno desarrollo como personas. Los jóvenes en situaciones críticas no son un grupo específico fácil de ubicar socialmente, pues no siempre se encuentran los grupos con características comunes. La siguiente clasificación es un ejemplo de cómo ayudar a ubicar el tipo de problemática y la manera de atenderlos.



• Jóvenes adictos a las drogas o al alcohol.



• Jóvenes que cometen delitos.



• Jóvenes en la prostitución.
• Jóvenes en la y de la calle.
• Jóvenes homosexuales.
• Jóvenes seropositivos y enfermos de SIDA.
• Jóvenes discapacitados.

III.- La Pastoral Juvenil: sus instrumentos y estrategias básicas

¿Qué es la Pastoral Juvenil


Es la acción organizada de la Iglesia para acompañar a los jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con Jesucristo y su mensaje para, transformados en hombres nuevos, e integrando su fe y su vida, se conviertan en protagonistas de la construcción de la Civilización del Amor.

Características:



• El punto de partida de la Pastoral Juvenil es el propio joven, asumido en su realidad personal, cultural y social.



• La acción evangelizadora no se realiza por medio de esfuerzos aislados, sino a través de un proceso.



• Este proceso evangelizador se vive de forma participativa en pequeños grupos o comunidades.



• En este proceso, tiene un lugar privilegiado la presentación atractiva y motivadora de Jesucristo “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6).



• El estilo de vida de Jesús se hace estilo de vida de los jóvenes.



• El proceso se realiza desde los jóvenes y con los jóvenes.



• Dada la pluralidad de realidades juveniles es necesario plantear una Pastoral diferenciada.



• Así como una con sentido misionero, para llega también a los jóvenes más alejados.



• La comunidad eclesial acompaña a los jóvenes especialmente a través de asesores adecuadamente formados.



• Para cumplir su misión, la Pastoral Juvenil se organiza de manera participativa.



Instrumentos y estrategias básicas de la Pastoral Juvenil (opciones pedagógicas)


La Pastoral Juvenil es una propuesta educativa y evangelizadora que surge como respuesta de la Iglesia a la situación de la juventud. Se fundamenta en una pedagogía pastoral que toma opciones pedagógicas claras para hacer realidad dicha propuesta.



Las opciones pedagógicas son los instrumentos, actitudes y estrategias que se consideran básicas para la evangelización de la juventud. La Pastoral Juvenil Latinoamericana propone estas cinco: El grupo o comunidad juvenil, el Proceso de Educación en la Fe, las Pastorales Específicas de la Juventud, la Organización y el Acompañamiento.



a) El grupo o comunidad juvenil es la “experiencia central” de la propuesta evangelizadora de la Pastoral Juvenil. Se trata de grupos pequeños, de uno y otro sexo, de edad homogénea, con un nivel de participación estable y con un ritmo periódico de encuentros o reuniones, que se constituyen en lugar de crecimiento y maduración en la fe, formación y realización personal y comunitaria. Los grupos facilitan la creación de lazos profundos de fraternidad, permiten compartir, ayudan a enfrentar los desafíos de la vida, educan a mirar y descubrir junto con otros la realidad, permiten encontrarse con Jesús de Nazaret y adherir a Él y a su proyecto de vida, impulsan la renovación permanente del compromiso de servicio y dan solidez a la proyección misionera expresada en el testimonio personal, en la maduración de la opción vocacional y en el compromiso con la transformación de la realidad.

b) Los procesos de educación en la fe son la opción fundamental de la Pastoral Juvenil. Es importante tener en cuenta el carácter procesual y dinámico, pues ni el ser humano ni los grupos nacen hechos; por el contrario, tienen ante sí un largo camino de formación que abarca diversos aspectos y comporta diversas exigencias. Esto implica tener en cuenta los “tiempos” de crecimiento, de identificación afectiva, de asimilación y de compromiso propios de los jóvenes. Implica también reconocer que el proceso educativo es un camino que realiza el mismo joven.



Formar es generar en los jóvenes y en los grupos nuevas actitudes de vida y nuevas capacidades que les permiten ser, clarificar sus proyectos de vida, vivir en comunidad e intervenir eficazmente para la transformación de la realidad.



En esta visión, la formación es un proceso de crecimiento personal y grupal, profundamente encarnado en las condiciones históricas y sociales. Es un proceso de educación no formal, que requiere del asesor una gran capacidad de escucha, disponibilidad para estar con los jóvenes y decisión para responder a sus necesidades y búsquedas.



Una educación en la acción, que ofrece a los jóvenes la oportunidad de una acción reflexionada y de una reflexión comprometida. La acción concreta en sus propios ambientes de vida es la mejor escuela de formación: Se forma para la vida en la vida misma.

c) Las Pastorales Específicas de Juventud. La Pastoral Juvenil se dirige a todo joven, pero se realiza de diferentes maneras según la enorme diversidad de experiencias que se dan en medio de la juventud, es decir tiene que ser específica porque ésta abarca diversas edades y etapas, y también porque está inmersa en las diversas situaciones en que se encuentran los jóvenes.



Por eso la necesidad de llegar a todo joven en su propio medio y en su realidad concreta y particular, lleva a la opción por las pastorales específicas de juventud.



Un medio específico es un espacio claramente delimitado por motivos económicos, políticos o culturales donde el joven se desarrolla y pasa la mayor parte o una parte significativa de su tiempo, además, en él comparte intereses, preocupaciones y lenguaje común con otros jóvenes, lo que le permite crear condiciones suficientes para organizarse en la búsqueda de respuestas a sus necesidades y problemas; por último es un espacio donde es posible impulsar procesos de educación sistemática.



Las Pastorales específicas de Juventud actualmente vigentes y con organización propia son: la Pastoral Juvenil Campesina/rural, la Pastoral Juvenil Estudiantil, la Pastoral Obrera, la Pastoral Universitaria y la Pastoral de Jóvenes en Situaciones Críticas (jóvenes adictos, jóvenes que comenten delitos, jóvenes en la prostitución, jóvenes de la calle y en la calle, jóvenes homosexuales, jóvenes enfermos de SIDA, jóvenes discapacitados, etc).
d) La organización de la Pastoral Juvenil, es otra opción pedagógica, pues como parte fundamental de su misma misión, la actividad pastoral debe organizarse desde la base generando un proceso dinámico de comunión y participación y creando estructuras de coordinación, animación y acompañamiento que permiten el intercambio entre las experiencias que se realizan en los distintos niveles de la Iglesia: grupos, parroquias, decanatos, zonas, diócesis, país, región y continente.



Esta forma de organización favorece la formación en la acción y el protagonismo juvenil, genera espacios de diálogo y de decisión corresponsable, educa a la participación, privilegia la persona sobre la estructura, construye relaciones interpersonales que humanizan y permite intuir y ensayar formas concretas para un nuevo orden eclesial y social.

e) El acompañamiento. Los agentes de la Pastoral Juvenil.



La propuesta pedagógica de la pastoral juvenil requiere, finalmente, la presencia y la acción de agentes pastorales suficientemente capacitados para que puedan realizar un acompañamiento adecuado a los procesos de maduración de los jóvenes.



No se trata de “dirigir”, “conducir” o “cumplir una función”, sino de “dar alma”, “dar ánimo”, de “dar vida” a los jóvenes y a la pastoral juvenil. Es un servicio evangelizador que exige, entre otras características, conocimiento de la realidad juvenil, capacidad de cercanía, actitud positiva ante la vida, facilidad para la relación personal y para el trabajo en equipo, coherencia de vida, relación personal con Dios, compromiso eclesial y experiencia en el camino de la fe.



Como acción de la Iglesia, la pastoral juvenil tiene como agentes a todos los cristianos. Pero hay algunos que están vinculados más directamente al quehacer permanente de la pastoral juvenil: el animador, el asesor, el párroco y el obispo.
 El animador o coordinador del grupo: Es un joven llamado por Dios en la Iglesia para asumir el servicio de motivar, integrar y ayudar a crecer a otros jóvenes en el proceso comunitario. Prepara y anima las reuniones, favorece la convivencia fraterna y la comunicación, alienta el encuentro con Dios y el compromiso solidario con los demás, vincula a los jóvenes y al grupo con la comunidad, trabaja en equipo con los otros animadores y con el asesor y procura seguir capacitándose para prestar cada día mejor su servicio.



 El asesor de la Pastoral Juvenil es un cristiano adulto llamado por Dios para ejercer el ministerio de acompañar, en nombre de la Iglesia, los procesos de educación en la fe de los jóvenes. No es un ministerio exclusivo del sacerdote o del religioso, puede ser desarrollado por un ministro laico. Acompaña personalmente a los jóvenes, acompaña los procesos grupales para que sean espacios de crecimiento humano y maduración en la fe, forma y capacita a los animadores, trabaja en equipo con los otros asesores y es puente entre el mundo adulto y el mundo juvenil, tanto a nivel eclesial como social.



 El Párroco, como “cooperador principal del obispo” en un determinado territorio de la diócesis, es el primer responsable de la evangelización de los jóvenes en la comunidad a la que ha sido enviado. La Iglesia le pide que, en medio de su dedicación a todos, “atienda con particular diligencia a los jóvenes”.



 El Obispo es principio y fundamento visible de la unidad en su Iglesia particular. Como “maestro de la verdad, signo y constructor de la unidad, pontífice y santificador” es el primer responsable de la misión evangelizadora de su comunidad diocesana. En comunión con la Iglesia Latinoamericana procura que la opción preferencial por los jóvenes se haga realidad en su diócesis “no sólo de modo efectivo sino efectivamente”. Anima a los párrocos y comunidades a preocuparse por la evangelización de los jóvenes, destina personas y recursos, y con su palabra y presencia, motiva su acción y su compromiso.



IV.- Una Pastoral Juvenil por edades, etapas o situaciones.
El documento Civilización del Amor, nos dice “que en toda aproximación a los jóvenes, es necesario considerar las variables que intervienen y, muchas veces, determinan su universo cultural” , y nos presenta tres fundamentales:



• La mirada biológico-cronológica
• La mirada psicológica.
• La mirada sociológica.

Dado lo anterior, una orientación muy importante y fundamental para la organización de la Pastoral Juvenil es la necesidad de establecer nuestros grupos juveniles por edades o etapas o por situaciones específicas:

 Edades o etapas: Este primer criterio responde a la mirada biológica-cronológica y la mirada psicológica. Los jóvenes comparten intereses e inquietudes, experimentan cambios físicos y psicológicos comunes, en la mayoría, la etapa educativa les da un espacio común de vida y desarrollo, sobre todo en secundaria y preparatoria.



 Por situaciones específicas: Este segundo criterio, hace referencia a la mirada sociológica, es decir, sectores de jóvenes que están determinados por las condiciones socioeconómicas o culturales y relacionados con los ambientes en los que viven, y que hace necesaria y obligatoria una acción pastoral específica para responder a sus necesidades e intereses. Por ejemplo: jóvenes obreros, universitarios, indígenas, campesinos, discapacitados, en situaciones críticas: adictos, en la cárcel, en prostitución, homosexuales, seropositivos, etc.

Al respecto veamos algunas consideraciones importantes:



• El ser humano se caracteriza por una vida que está en continua evolución, la cual está marcada por diversas etapas que recorre en su crecimiento. Por lo tanto, todo proyecto pastoral necesita tomar en cuenta un camino o itinerario para hacerlo realidad en las situaciones concretas de los destinatarios, tanto personales como ambientales.



• El Directorio General para la Catequesis afirma: “La catequesis según las diferentes edades es una exigencia esencial para la comunidad cristiana. Por una parte, en efecto, la fe está presente en el desarrollo de la persona; por otra, cada etapa de la vida está expuesta al desafío de la descristianización y, sobre todo, debe construirse con las tareas siempre nuevas de la vocación cristiana. Existen, pues, con pleno derecho catequesis diversificadas y complementarias por edades, que vienen pedidas por las necesidades y capacidades de los catequizandos”.

Esta forma de visualizar la Pastoral Juvenil nos ayuda a que los jóvenes pertenezcan al grupo y no el grupo a los jóvenes, es decir plantear una Pastoral Juvenil como un camino o itinerario donde el joven va desarrollándose a través de las diferentes etapas.

¿Qué etapas y edades pueden orientar la organización de nuestros grupos juveniles?

Si bien es cierto que puede haber algunas diferencias en las etapas que marcan las diversas corrientes de psicología evolutiva, en general para la juventud, se puede hablar de las siguientes :



Preadolescencia (11-13), Adolescencia (14-17), Juventud (18-23), Jóvenes adultos (24-35)

En algunas experiencias parroquiales, las dos primeras etapas (preadolescencia y adolescencia) la señalan de acuerdo a la escuela : Jóvenes de Secundaria (12-15) y Jóvenes de Preparatoria (15-18)



Otro dato importante a considerar, especialmente en nuestra cultura y desde el punto de vista sociológico para determinar el paso de la preadolescencia a la adolescencia, es la edad de 15 años (3º secundaria) cuando empiezan a asistir más formalmente con su grupo de amigos a las fiestas, sobre todo a las quinceañeras.

Es importante descubrir que no podemos establecer criterios absolutos para la clasificación de nuestros grupos juveniles, pues dependen de la realidad que se viva y de la visión de los pastores, sin embargo, estas etapas nos dan una idea general que puede orientarnos para organizar la acción pastoral de nuestros jóvenes:

 Grupos juveniles de Preadolescentes (11-13)

 Grupos juveniles de Adolescentes (14-17)

 Grupos juveniles de Jóvenes (18-22)

 Grupos juveniles de Jóvenes adultos (24-35)

¿Qué situaciones de la juventud orientan la organización de los grupos juveniles?

Como ya hemos dicho las situaciones específicas de juventud hacen referencia a ciertos sectores de jóvenes que están determinados por condiciones que hace necesaria su evangelización a través de grupos específicos o de atenderlos en los ambientes o espacios donde ellos están. Por ejemplo, a los jóvenes con adicciones que pertenecen a una pandilla hay que evangelizarlos en sus “esquinas” con un proceso especial.
El documento Civilización del Amor nos indica algunas situaciones específicas: Los universitarios, los estudiantes de secundaria o enseñanza media, los jóvenes campesinos, los obreros-trabajadores, los indígenas y las situaciones críticas: adictos, en la cárcel, delincuentes, en la prostitución, homosexuales, seropositivos, jóvenes de la calle y jóvenes en la calle, discapacitados, etc.

Cada parroquia deberá analizar su realidad y descubrir qué situaciones tendría que atender, aunque hay que considerar que algunas se trabajan a nivel diocesano.



V.- Dimensiones de la Evangelización

La finalidad de todo grupo juvenil es evangelizar, por eso nuestra programación pastoral debe girar en torno a este objetivo, por ello una buena programación debe abarcar las diferentes dimensiones de la evangelización.
Ahora bien, para entender cuáles son las dimensiones de la evangelización, es necesario fijarnos en el modelo de toda evangelización: Jesucristo nuestro Señor, que enviado por el Padre cumple con la misión de anunciar la Buena Nueva e implantar el Reino de Dios. La Iglesia enseña que Jesús mismo, Evangelio de Dios, ha sido el primero y el más grande evangelizador. Lo ha sido hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de su existencia terrena.

La tarea primordial de Jesús fue anunciar el Reino de Dios. El Reino es el gran proyecto del Padre de hacer una familia de hijos y de hermanos, un hogar para todos, una humanidad liberada de toda opresión, reconciliada con la naturaleza, entre sí y con Dios, donde el hombre puede sentirse y ser de verdad, señor del mundo, hermano de los otros e hijo de Dios. El Reino es una actitud, una práctica, una vida, una persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, “imagen de Dios invisible” (Col 1,15); un testimonio que revela la presencia gratuita de Dios actuando, liberando a su pueblo, realizando su plan de salvación, mostrando que es Señor de la historia e invitando a formar parte de su gran proyecto.

Y este anuncio del Reino en la persona de Jesús comporta tres acciones fundamentales:

Jesús profeta (enseña)
Jesús sacerdote (santifica)
Jesús Rey (sirve)

La Iglesia primitiva comprendió tan bien esto que, para cumplir con el mandato misionero de Jesús de anunciar el Reino, realizó estas tres acciones fundamentales.
Lo anterior lo vemos claramente en el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde descubrimos, las dimensiones de la evangelización para toda comunidad cristiana:

• “Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles, perseverantes en la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones” Hch 2,42.



• “La multitud de los fieles tenía un sólo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes sino que todos lo tenían en común…Entre ellos ninguno sufría necesidad, pues los que poseían campos o casas los vendían, traían el dinero y lo depositaban a los pies de los apóstoles, que lo repartían según las necesidades de cada uno” Hch 4,32-35.

El documento “Del Encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos” , nos presenta que la experiencia del misterio de la Koinonía de la primera comunidad cristiana, que nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles (cfr. Hch 2 y 4), es y será siempre el modelo de vida cristiana al que estamos llamados todos aquellos que hemos encontrado a Jesús en el camino de la vida. En dicha comunidad se vivía permanentemente:



• La dimensión profética, atenta a la escucha de la Palabra de Dios, a través de la enseñanza de los apóstoles.



• La dimensión litúrgica y sacramental centrada en la fracción del Pan, la pascua de Cristo.
• La dimensión social que se expresa en la caridad, vivida como comunión cristiana de los bienes.
• La dimensión misionera, obedeciendo al mandato del Señor resucitado.



Lo anterior nos queda muy claro al constatar las actitudes de la primera comunidad cristiana en el libro de Hechos de los Apóstoles:

 Perseverantes en la enseñanza de los apóstoles (“Didajé”), se refiere al Evangelio: “a todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio” (Hch 1,1).



 Perseverantes en la comunión (“Koinonia” – “Diakonia”) es la manera de vivir en comunidad, significa, en primer lugar, “tener un solo corazón y una sola alma” (Hch 4,32), es decir, constituir un solo cuerpo; y ésta actitud los llevaba a la vivencia de la caridad: cada cual daba según su posibilidad, cada cual recibía según su necesidad, no había ningún necesitado entre ellos.



 Perseverantes en la fracción del pan y en las oraciones (Hch 2,42). (Leiturgia) Hace referencia a la Eucaristía como centro de la vida cristiana y junto con ello la oración comunitaria.



 Perseverantes en la tarea misionera de anunciar la Buena Nueva: (Kerygma) “Los que se habían dispersado fueron por todas partes anunciando el mensaje. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y estuvo allí predicando a Cristo. La gente escuchaba con aprobación las palabras de Felipe y contemplaba los signos que realizaba. Pues de muchos endemoniados salían los espíritus inmundos, gritando con fuerza, y muchos paralíticos y cojos sanaron”. (Hch 8, 4-7).

El papa Benedicto en su encíclica Deus caritas est nos dice: “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra” .



En palabras sencillas, toda comunidad cristiana tiene que conocer, vivir, celebrar y anunciar su fe.
a) Conocer la fe: Aquí se sitúa fundamentalmente la Pastoral Catequética que “comprende esencialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana” (CEC, 4).



Es muy necesario hablar aquí de “procesos de crecimiento integral en la fe, es decir que abarque la formación doctrinal básica cristiana y a la vez todas las dimensiones de la persona: política, económica, familiar, educativa, recreativa, religiosa”.



Para fines prácticos aquí podemos subdividirla en dos tareas: una formación doctrinal cristiana y una formación humana cristiana.

b) Celebrar la fe: La comunión con Jesucristo conduce a celebrar su presencia salvífica fundamentalmente en los sacramentos y, particularmente, en la Eucaristía. En esta dimensión podemos incluir todas las formas de espiritualidad cristiana que encontramos, pues también buscan llevarnos a la unión con Jesucristo vivo.



Esta dimensión proponemos subdividirla, para fines prácticos, en dos tareas: liturgia y espiritualidad cristiana no litúrgica.

c) Vivir la fe: Esta dimensión tiene como fin vivir la fe a través de las obras, principalmente hacia fuera en los marginados y alejados, pero también incluye hacia el interior de la Iglesia y de los grupos viviendo la comunión.



Esto se vive a través de las acciones concretas de caridad, asistencia, promoción humana y organización o transformación social que son señales inequívocas de conversión cristiana en todas las estructuras en las que el hombre y la mujer se desarrollan, la fe se reflexiona, para que una vez vivenciada se celebre en la liturgia.



Esta dimensión podemos, dividirla para fines prácticos en dos tareas fundamentales: comunión eclesial y apostolado (servicio).

d) Anunciar la fe: La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre.



"Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado se salvará, mas el que no creyere se condenará" (Mc.16, 15-16). Por ello, incumbe a la Iglesia el deber de propagar la fe y la salvación de Cristo, tanto en virtud del mandato expreso, que de los Apóstoles heredó el orden de los Obispos con la cooperación de los presbíteros, juntamente con el sucesor de Pedro, Sumo Pastor de la Iglesia, como en virtud de la vida que Cristo infundió en sus miembros "de quien todo el cuerpo, coordinado y unido por los ligamentos en virtud del apoyo, según la actividad propia de cada miembro y obra el crecimiento del cuerpo en orden a su edificación en el amor" (Ef. 4,16). La misión, pues, de la Iglesia se realiza mediante la actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de Cristo por el ejemplo de la vida y de la predicación, por los sacramentos y demás medios de la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena participación del misterio de Cristo” En esta dimensión, pues, situamos todas las acciones que la Iglesia realiza con el fin de que los fieles cristianos, con el testimonio y la palabra lleven la buena nueva a los demás.


El siguiente esquema nos ayuda a situar cada dimensión y los elementos en que se subdividen:



DIMENSIÓN DE LA EVANGELIZACIÓN TAREAS



CONOCER LA FE (CATEQUESIS) Formación doctrinal cristiana



Formación humana cristiana



CELEBRAR LA FE (LITURGIA) Liturgia



Espiritualidad no litúrgica



VIVIR LA FE (SOCIAL) Comunión eclesial



Apostolado (servicio)



ANUNCIAR LA FE Misión

Formación doctrinal cristiana: En esta tarea situamos todos los temas o actividades que buscan formarnos en la fe cristiana. En esta tarea deberá tomarse en cuenta la formación Kerigmática, la catequesis de iniciación, el estudio del Credo, la Liturgia, la Moral cristiana y la profundización bíblica. Aquí se incluye la catequesis permanente y de profundización, por ejemplo: Temas de los Sacramentos, La Fe, Sagradas Escrituras, Dogmas de Fe o un retiro Kerigmático.



Formación humana cristiana: Dado que la juventud es un tiempo de desarrollo biológico, psicológico y social es necesario formar a los jóvenes a crecer y construirse como personas en estas tres dimensiones. Para esta tarea se incluyen todos los temas o actividades del área humana que deben ser iluminados con la visión cristiana por ejemplo: la Familia, noviazgo, superación y autoestima, sexualidad, drogadicción, etc.

Liturgia: Esta tarea consiste en llevar a los jóvenes a la vivencia y profundización en el Misterio Pascual, vivido en las celebraciones litúrgicas de una manera participativa, consciente y fructuosa. “De la liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual, las demás obras de la Iglesia, tienden como a su fin” (SC 10) por ejemplo: La Misa, la vivencia de los sacramentos, la eucaristía, los cantos dentro de la misa, formas de vivir la misa juvenil, etc.

Espiritualidad no litúrgica: Son todas aquellas actividades que, sin ser acciones propiamente litúrgicas, tienen como fin llevar a los jóvenes a la comunión con Jesucristo, principalmente a través de la oración, la meditación y la contemplación, por ejemplo: La oración, horas santas, la vida espiritual, lecturas espirituales, reflexiones, lectio divina, el rezo del santo rosario, etc.

Comunión eclesial: La Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium” nos dice que “Dios ha querido salvar a los hombres no aisladamente sino constituyendo un pueblo. Ha querido que su revelación al hombre tuviera lugar a lo largo de la historia en un pueblo elegido que, comunitariamente, tendría la experiencia del Señor y conocería los designios de su voluntad salvífica”. En esta tarea se engloban todas las actividades en las el joven participa como Iglesia, a nivel parroquial, movimiento, decanato o diocesano (Encuentros, convivencias, retiros, peregrinaciones, fiestas patronales etc.), así como también, todas las acciones que se realizan para fomentar la comunión en el propio grupo (Paseos, convivencias, actividades deportivas, etc.) por ejemplo: La posada, las reuniones de convivencia, las fiestas, los temas como el grupo, los valores del grupo, la organización, el equipo, etc.



Apostolado (servicio): Son todas aquellas acciones concretas de caridad, asistencia, promoción humana y organización o transformación social que realiza el grupo o los integrantes de su grupo, por ejemplo: Ser apóstol, el servicio, actividades de promoción social, visita a asilos, orfanatos, etc.

Misión – Testimonio: En esta tarea englobamos las actividades que como grupo o de manera personal se realizan para cumplir con el mandato de Jesús de “ir y anunciar el evangelio”, de manera especial a los jóvenes, sobre todo a los más alejados y marginados. Por ejemplo: preparación para misiones, llevar la palabra casa por casa, ser misionero, etc.

Algo muy importante es que el aspecto vocacional esté presente de manera transversal en las diferentes dimensiones de la evangelización.

Lo anterior nos hace ver que toda actividad del grupo juvenil tiene su razón de ser y buscará responder a estas tareas y dimensiones de la evangelización.


Tomado de: Civilización del amor, CELAM.
Resumido por:
P. Ángel Vallejo Hinojosa